jueves, 16 de abril de 2020




Mi vida antes y después del Covid-19



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Por Alfredo Vargas Ortiz

No sé ustedes pero, mi vida antes y después del COVID 19 cambió y cambiará para siempre, pues en estos maravillosos días de profunda reflexión, he reafirmado que el amor por mi familia, mis hijos, mis amigos, mi trabajo es infinito y que nada, ni nadie me hará cambiar lo que siento por ellos, en mi familia por ejemplo, pude rescatar la esencia de una buena conversación sobre nuestro futuro, realizamos las grandes preguntas sobre ¿Qué pasaría si alguno no estuviera? ¿Qué pasaría si mi esposa, hijos, padre, mi madre, suegros, mis hermanos, mis sobrinos, mis amigos no estuvieran? ¿Qué pasaría si no tuviera el maravilloso trabajo que tengo? No niego que hacer preguntas difíciles le pone a uno la piel de gallina y tiene que tragarse unas cuantas lágrimas, pero hay que reconocer que a veces nos la pasamos por la vida corriendo, de reunión en reunión, de trabajo en trabajo, de llamada en llamada y cuando un evento como este sucede, lamentamos no haber reflexionado sobre el mismo e incluso tomamos decisiones que nos cuestan la vida.

Mi hijo Santiago por ejemplo, dijo, que no me preocupara que él estaba seguro que primero llegaría él a viejo, a que esto sucediera, a mi esposa la vi muy pensativa pues, cuando el amor es mutuo y sublime, pensar que uno de los dos se va, es una situación inexplicable e imprevisible que hasta el más duro de los corazones se rompe, por fortuna ella cree en la inmortalidad del alma y tenemos el compromiso de amarnos en esa eternidad.

Uno vive preocupado por el trabajo, por el estudio, por ayudar a otros, por pagar las cuentas, por ser el mejor, pero muchas veces no se preocupa por responder a esas preguntas. Las respuestas que demos a estas preguntas deberían constituirse en el qué hacer de aquí en adelante, yo creo que, lo esencial debe ser que podamos decir que vivimos cada uno de nuestros días como si fueran los últimos, que hicimos todo el bien que pudimos hacer, que le dedicamos todo el tiempo que demandaron aquellos seres maravillosos por los que nos levantamos cada día para “conquistar el mundo”, como lo diría aquella caricatura hermosa de Pinki y Cerebro,  que vivimos intensamente, que reímos, lloramos, que nunca nos negamos a un abrazo y un beso sincero, que miramos a los ojos, que le dijimos a ellos que los amábamos, que compartimos, que dimos hasta lo que nos hacía falta, que pudimos hacer felices al mayor número de personas posible, y que siempre agradecimos a nuestro padre celestial por el milagro de la vida.

Por ejemplo, en estos días he jugado con Simón de 4 años y Emmanuel de 2 años, como nunca, me inventé el juego de la araña, la abeja (que son mis propias manos) jugamos la golosa, leímos cuentos y nos inventamos los propios, cocinamos, hicimos jardinería (de paso descubrí que soy abogado de profesión y jardinero por convicción), vimos películas y por cada situación, les canto una canción, si se cepillan, por ejemplo, les canto la que me enseñaron hace muchos años con el doctor muelitas, “los dientes de arriba se cepillan hacia abajo, los dientes de abajo, se cepillan hacia arriba y todas la muelitas en forma circular”, no saben lo pleno que uno se siente cuando puede arrancarle a esos tiernos bebes una sonrisa, un momento de alegría, que cuando se levanta dicen papá, y corren a abrazarte, con esos abrazos sinceros como si hubieses viajado muy lejos y te extrañaran por siempre.
Con Santiago, el hijo adolescente, que sueña con ser médico, hemos hablado de política de nuestro futuro, de sus grandes cuestionamientos a la clase politiquera y la corrupción, de sus gustos musicales, de sus grandes preocupaciones sobre la pandemia, de la importancia del inglés para su futuro, de lo esencial que es la argumentación y por eso se está devorando a Anthony Weston, y por supuesto de las preguntas esenciales.

Con mi adorada esposa Tania Solange Trujillo, hemos hablado de lo divino y lo humano, nos hemos reído de todo y de todos, hemos hecho cuentas y cálculos en todos los escenarios, para hacer frente a lo que viene, hemos cocinado, visto todas las películas pendientes, leído los libros que nos gustan, orado, y compartido con el grupo espirita Caminos de Amor Becerra de Meneses, para responder a cuestionamientos como por ejemplo, la finalidad de la vida y otras del más allá, nos hemos abrazado cada vez que nos ha dado la gana, mirado, apreciado, consentido, admirado, acompañado y siempre hemos agradecido por estar juntos, no entiendo por qué la gente se queja de estar con sus esposas, con memes y chistes odiosos, si lo que ha traído esta situación es una oportunidad para agradecerles de todas las maneras posibles, por lo importante que ellas son para nuestra vida y lo esenciales que resultan para que nosotros seamos mejores personas y sobre todo, para encontrar la felicidad plena y materializar el amor verdadero, por ello, y como creyente quisiera recordarles a todos las sabias palabras de Corintios 13 sobre la preeminencia del amor:

“Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; 10 más cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. 11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. 12 Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. 13 Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor”.

El COVID-19, llegó al mundo para recordarnos lo frágiles que somos, lo impredecible que es la muerte, lo difícil que puede resultar la partida de un ser querido, lo importante que es tener verdaderos líderes en el gobierno, pero y por sobre todo; que el centro de nuestras vidas y el mayor y mejor punto del universo, es nuestro hogar. Dios los bendiga.



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