Mi vida antes y después del Covid-19
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Por Alfredo Vargas Ortiz
No sé ustedes pero, mi vida
antes y después del COVID 19 cambió y cambiará para siempre, pues en estos
maravillosos días de profunda reflexión, he reafirmado que el amor por mi
familia, mis hijos, mis amigos, mi trabajo es infinito y que nada, ni nadie me
hará cambiar lo que siento por ellos, en mi familia por ejemplo, pude rescatar
la esencia de una buena conversación sobre nuestro futuro, realizamos las
grandes preguntas sobre ¿Qué pasaría si alguno no estuviera? ¿Qué pasaría si mi
esposa, hijos, padre, mi madre, suegros, mis hermanos, mis sobrinos, mis amigos
no estuvieran? ¿Qué pasaría si no tuviera el maravilloso trabajo que tengo? No
niego que hacer preguntas difíciles le pone a uno la piel de gallina y tiene
que tragarse unas cuantas lágrimas, pero hay que reconocer que a veces nos la
pasamos por la vida corriendo, de reunión en reunión, de trabajo en trabajo, de
llamada en llamada y cuando un evento como este sucede, lamentamos no haber
reflexionado sobre el mismo e incluso tomamos decisiones que nos cuestan la
vida.
Mi hijo Santiago por ejemplo,
dijo, que no me preocupara que él estaba seguro que primero llegaría él a
viejo, a que esto sucediera, a mi esposa la vi muy pensativa pues, cuando el
amor es mutuo y sublime, pensar que uno de los dos se va, es una situación
inexplicable e imprevisible que hasta el más duro de los corazones se rompe,
por fortuna ella cree en la inmortalidad del alma y tenemos el compromiso de
amarnos en esa eternidad.
Uno vive preocupado por el
trabajo, por el estudio, por ayudar a otros, por pagar las cuentas, por ser el
mejor, pero muchas veces no se preocupa por responder a esas preguntas. Las
respuestas que demos a estas preguntas deberían constituirse en el qué hacer de aquí en adelante, yo creo
que, lo esencial debe ser que podamos decir que vivimos cada uno de nuestros días
como si fueran los últimos, que hicimos todo el bien que pudimos hacer, que le
dedicamos todo el tiempo que demandaron aquellos seres maravillosos por los que
nos levantamos cada día para “conquistar el mundo”, como lo diría aquella
caricatura hermosa de Pinki y Cerebro,
que vivimos intensamente, que reímos, lloramos, que nunca nos negamos a
un abrazo y un beso sincero, que miramos a los ojos, que le dijimos a ellos que
los amábamos, que compartimos, que dimos hasta lo que nos hacía falta, que
pudimos hacer felices al mayor número de personas posible, y que siempre
agradecimos a nuestro padre celestial por el milagro de la vida.
Por ejemplo, en estos días he
jugado con Simón de 4 años y Emmanuel de 2 años, como nunca, me inventé el
juego de la araña, la abeja (que son mis propias manos) jugamos la golosa,
leímos cuentos y nos inventamos los propios, cocinamos, hicimos jardinería (de
paso descubrí que soy abogado de profesión y jardinero por convicción), vimos
películas y por cada situación, les canto una canción, si se cepillan, por
ejemplo, les canto la que me enseñaron hace muchos años con el doctor muelitas,
“los dientes de arriba se cepillan hacia abajo, los dientes de abajo, se
cepillan hacia arriba y todas la muelitas en forma circular”, no saben lo pleno
que uno se siente cuando puede arrancarle a esos tiernos bebes una sonrisa, un
momento de alegría, que cuando se levanta dicen papá, y corren a abrazarte, con
esos abrazos sinceros como si hubieses viajado muy lejos y te extrañaran por
siempre.
Con Santiago, el hijo
adolescente, que sueña con ser médico, hemos hablado de política de nuestro
futuro, de sus grandes cuestionamientos a la clase politiquera y la corrupción,
de sus gustos musicales, de sus grandes preocupaciones sobre la pandemia, de la
importancia del inglés para su futuro, de lo esencial que es la argumentación y
por eso se está devorando a Anthony Weston, y por supuesto de las preguntas
esenciales.
Con mi adorada esposa Tania
Solange Trujillo, hemos hablado de lo divino y lo humano, nos hemos reído de
todo y de todos, hemos hecho cuentas y cálculos en todos los escenarios, para
hacer frente a lo que viene, hemos cocinado, visto todas las películas
pendientes, leído los libros que nos gustan, orado, y compartido con el grupo
espirita Caminos de Amor Becerra de Meneses, para responder a cuestionamientos
como por ejemplo, la finalidad de la vida y otras del más allá, nos hemos
abrazado cada vez que nos ha dado la gana, mirado, apreciado, consentido,
admirado, acompañado y siempre hemos agradecido por estar juntos, no entiendo
por qué la gente se queja de estar con sus esposas, con memes y chistes odiosos,
si lo que ha traído esta situación es una oportunidad para agradecerles de
todas las maneras posibles, por lo importante que ellas son para nuestra vida y
lo esenciales que resultan para que nosotros seamos mejores personas y sobre
todo, para encontrar la felicidad plena y materializar el amor verdadero, por
ello, y como creyente quisiera recordarles a todos las sabias palabras de
Corintios 13 sobre la preeminencia del amor:
“Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser
como metal que resuena, o címbalo que retiñe. 2 Y si
tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese
toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada
soy. 3 Y si repartiese todos mis bienes para dar de
comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor,
de nada me sirve. 4 El amor es sufrido, es benigno; el
amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; 5 no
hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; 6 no
se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. 7 Todo
lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 8 El
amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas,
y la ciencia acabará. 9 Porque en parte conocemos, y en
parte profetizamos; 10 más cuando venga lo perfecto,
entonces lo que es en parte se acabará. 11 Cuando yo era
niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya
fui hombre, dejé lo que era de niño. 12 Ahora vemos por
espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte;
pero entonces conoceré como fui conocido. 13 Y ahora
permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es
el amor”.
El COVID-19, llegó al mundo para recordarnos lo frágiles que somos, lo
impredecible que es la muerte, lo difícil que puede resultar la partida de un
ser querido, lo importante que es tener verdaderos líderes en el gobierno, pero
y por sobre todo; que el centro de nuestras vidas y el mayor y mejor punto del
universo, es nuestro hogar. Dios los bendiga.