Lunes, 24 Noviembre 2014 05:50
Escrito por ALFREDO VARGAS ORTIZ
A propósito del reciente desenlace del secuestro del general Rubén Darío Alzate y la consecuente suspensión de los diálogos de La Habana, por parte del presidente Juan Manuel Santos, quien puso como condición la entrega de este alto mando junto a otras personas para reanudar los diálogos y la calificación de este hecho por ‘Pablo Catatumbo’ como un gesto de paz, quisiera ofrecer mi opinión al respecto.
Lo primero, es decir que si este grave incidente tiene un buen desenlace, el proceso de paz puede salir fortalecido, pues se mostraría que hay un clima propicio para el diálogo y la negociación y unas condiciones favorables para que la gente recupere la confianza en el proceso, que verían a un gobierno que define criterios que le dan legitimidad y que lo muestra fuerte en el sentido de supeditar el diálogo a ciertos comportamientos (el de no secuestrar), como una condición para las negociaciones, en este aspecto no se entiende cómo el secuestrar sea grave, pero el matar sea aceptable.
La intensión de negociación de las Farc e.p, ha sido probada, en razón a que las bajas no solamente han sido del sector gubernamental, cabe recordar que precisamente en plenas exploraciones del proceso de paz, la muerte de Alfonso Cano, máximo jefe guerrillero, no fue obstáculo para avanzar en lo que hoy se tiene.
Ahora bien, el calificativo de “gesto de paz” de Catatumbo tiene sentido en la medida en que se agilicen las negociaciones y que los resultados se vean, es necesario explorar el “Cese al Fuego Bilateral” dada la madures del proceso y esta especial circunstancia que demuestra la coordinación de los representantes de la Habana de las Farc y los que se encuentran en el campo de batalla. Esto sería una valiosa posibilidad para evitar más pérdidas de vidas que se supone son bienes insustituibles y que difícilmente pueden oponerse a la búsqueda de la paz. Ya está claro que existe una desconfianza por las experiencias del pasado frente a los ceses de hostilidades, pero este es un proceso distinto, y repito, cualquier esfuerzo que se haga por evitar la pérdida de vidas sería importante.
Vale recordar que nunca se había avanzado tanto en un proceso de negociación con un grupo insurgente, y más que eso, nunca el Estado en su conjunto y es lamentable reconocerlo, había aceptado la necesidad de una agenda que trascienda las demandas de este grupo guerrillero, a necesidades históricas que harían de este país un verdadero paraíso, en donde la gente del campo “Los más pobres de los pobres”, se vean beneficiados de las inversiones sociales que por años han sido la bandera de muchos que consideramos que la verdadera paz está en el campo.
*Docente Fac. Ciencias Jurídicas y Políticas Usco.
Lo primero, es decir que si este grave incidente tiene un buen desenlace, el proceso de paz puede salir fortalecido, pues se mostraría que hay un clima propicio para el diálogo y la negociación y unas condiciones favorables para que la gente recupere la confianza en el proceso, que verían a un gobierno que define criterios que le dan legitimidad y que lo muestra fuerte en el sentido de supeditar el diálogo a ciertos comportamientos (el de no secuestrar), como una condición para las negociaciones, en este aspecto no se entiende cómo el secuestrar sea grave, pero el matar sea aceptable.
La intensión de negociación de las Farc e.p, ha sido probada, en razón a que las bajas no solamente han sido del sector gubernamental, cabe recordar que precisamente en plenas exploraciones del proceso de paz, la muerte de Alfonso Cano, máximo jefe guerrillero, no fue obstáculo para avanzar en lo que hoy se tiene.
Ahora bien, el calificativo de “gesto de paz” de Catatumbo tiene sentido en la medida en que se agilicen las negociaciones y que los resultados se vean, es necesario explorar el “Cese al Fuego Bilateral” dada la madures del proceso y esta especial circunstancia que demuestra la coordinación de los representantes de la Habana de las Farc y los que se encuentran en el campo de batalla. Esto sería una valiosa posibilidad para evitar más pérdidas de vidas que se supone son bienes insustituibles y que difícilmente pueden oponerse a la búsqueda de la paz. Ya está claro que existe una desconfianza por las experiencias del pasado frente a los ceses de hostilidades, pero este es un proceso distinto, y repito, cualquier esfuerzo que se haga por evitar la pérdida de vidas sería importante.
Vale recordar que nunca se había avanzado tanto en un proceso de negociación con un grupo insurgente, y más que eso, nunca el Estado en su conjunto y es lamentable reconocerlo, había aceptado la necesidad de una agenda que trascienda las demandas de este grupo guerrillero, a necesidades históricas que harían de este país un verdadero paraíso, en donde la gente del campo “Los más pobres de los pobres”, se vean beneficiados de las inversiones sociales que por años han sido la bandera de muchos que consideramos que la verdadera paz está en el campo.
*Docente Fac. Ciencias Jurídicas y Políticas Usco.