Por Alfredo Vargas Ortiz.
Colombia
es un país muy singular, tenemos la
desafortunada tendencia de creer y nos lo repiten día a día los amigos de la
guerra (medios de comunicación, politiqueros de oficio, grupos de poder, partidos,
empresarios etc) quienes por su puesto se lucran de ella, que la salida a este
conflicto es la eliminación del otro, militar, policía, guerrillero, qué más
da, si estamos es una orilla celebramos la muerte como si alguno de nuestros
brillantes jugadores de la selección Colombia marcara un gol y posamos de
moralidad y principios tratando de justificar lo injustificable, es que ellos mataron
también y por ende, hay que matarlos, prevalece la ley del talión, el ojo por
ojo y todo el mundo acabara ciego, que advirtió Mahatma Gandhi.
La
vida es sagrada, es insustituible, es irreemplazable, es un milagro de Dios y
nadie en este mundo, ni usted ni yo tenemos autorización para mandar a acabar
con ella, que lamentable situación la de este país, estamos fracasando como
sociedad, cuando celebramos la muerte del otro, del que sea, así este haya
tomado la vida de otro, seremos iguales a él si creemos que quitándole la vida
remediamos el asunto.
Y
resulta algo más lamentable cuando pedimos como Salome la cabeza de los
violentos pero posamos en la foto con los corruptos, los reelegimos, le damos
el poder y los sagrados recursos públicos para que hagan a sus anchas lo que
quieran ¿Cómo es posible que el Departamento del Huila y la Ciudad de Neiva
estén en riegos de corrupción pero Gobernador y Alcalde sean los más populares?
La respuesta es simple: un pueblo que eligen a los corruptos no es víctima, es
cómplice, estamos ciegos como diría Saramago.
Qué
vergüenza decir que soy amigo de un politiquero de turno, que no ha hecho nada
distinto que usurpar los recursos públicos, a esos al igual que a los violentos
hay que encarcelarlos, rechazarlos públicamente, sancionarlos disciplinariamente,
para que nunca vuelvan al poder, por traicionar la patria, no mirarles a la
cara, pero respetarle la vida, no pedir que los maten, pues la vida es sagrada,
así sea que ellos maten a más vidas en los hospitales, las EPS, robándose la
plata que debiera salvar vidas, realizando obras que luego le cuestan el doble
al erario público, asì le quiten el pan de la comida a los niños y niñas de los
colegios públicos, así reciban mucho más sueldo que una madre comunitaria que
le aporta más al país que cualquier Congresista, Alcalde y Gobernador del Huila
juntos.
Como
diría un amigo profesor de la Surcolombiana hay que resetear o mejor formatear
el disco duro de todos, es corrupto el que da pero lo es más el que recibe, el
atajismo debe modificarse desde la familia, la escuela, el colegio y la universidad,
no premiar al tramposo, que llega al poder diciendo mentiras o dando a creer
que lo que recibimos es suyo, no de ninguna manera, los recursos públicos son
de todos, por qué no acabamos con esa herencia maldita de la corrupción, sencillo
porqué dejamos a un lado el esfuerzo y consideramos que el vivo vive del bobo y
que los verdaderos héroes son los picaros, si seguimos así apague y vámonos.
Orgullosamente
Docente USCO, Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas
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