Lunes, 13 Octubre 2014 04:49
Escrito por ALFREDO VARGAS ORTIZ
La reciente controversia por la presencia del jefe máximo de las Farc, E.P, Rodrigo Londoño, alias ‘Timochenko’, en la Habana, ratificada por el Jefe de Estado, Juan Manuel Santos, es una situación común que se presentan en el marco de una negociación, bajo el modelo diálogo-guerra que se ha adoptado por las partes.
Las reacciones de sectores del uribismo y el Procurador General de la Nación son apenas naturales, me hubiese gustado que este importante sector de la sociedad reaccionara de la misma forma cuando Mancuso estuvo en el Congreso de la República, en donde por el contrario, salió aplaudido por parte de los integrantes del Congreso, vinculados en procesos judiciales por la parapolítica.
En compresible y no es fácil que una persona que le ha hecho tanto daño al país y que se lo siguen haciendo, como ‘Timochenko’, e incluso los jefes negociadores de las Farc, que se encuentra en la Habana, deambule por este país sin ser capturados y sometidos a la justicia, lo cierto es que dicha situación pudiera verse como un “mal menor” frente a lo que nos evitaremos si este grupo insurgente cambia las armas por el debate político y definitivamente firma la paz.
Debe reconocerse que cada vez estamos más cerca de este propósito, y que en parte nos tenemos que acostumbrar a ver deambular a los victimarios, en nuestras calles, en nuestras ciudades, en los foros públicos e incluso en el Congreso de la República, ese es precisamente el escenario para que el que nos debemos preparar.
Aquel en el que los actores del conflicto desistan de utilizar la fuerza para imponer sus ideas, y en donde las razones objetivas del conflicto se modifiquen. Se requiere que prospere la diferencia sin que se considere justificado eliminar al otro, que nuestros campos se beneficien de la tecnología y que la inversión en la Educación sea la prioridad, por encima de la seguridad. Que la única seguridad que exista como exigencia sea la alimentaria, la de la protección de nuestra tierra, de nuestros ríos, del medio ambiente, en fin, de nuestros recursos naturales, de nuestros niños, niñas y jóvenes, de nuestras mujeres, de los campesinos, de los afro descendientes, de los indígenas. Por ello le sigo apostando a la paz, porque conozco los horrores de la guerra, de esa barbarie que se apodera de gente que era buena, en un ojo por ojo, en donde se termina como lo diría Mahatma Gandhi, totalmente ciegos.
Prefiero ver a Álvaro Uribe y ‘Timochenko’, discutiendo en el Congreso pese a que alguno de ellos no asista o se demore en llegar al debate, o lo evada, pero que lo hagan sin pretender que es necesario acabar con la vida de alguien, que el único que se muera de pronto se de la risa o del aburrimiento, pero no con la sevicia ni el odio que caracteriza sus accionares. Prefiero eso, a tener que seguir soportando la terrible maldición de la violencia extrema que nos embarga, al estilo de los Buendía del nobel Gabriel García Márquez.
*Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas
Las reacciones de sectores del uribismo y el Procurador General de la Nación son apenas naturales, me hubiese gustado que este importante sector de la sociedad reaccionara de la misma forma cuando Mancuso estuvo en el Congreso de la República, en donde por el contrario, salió aplaudido por parte de los integrantes del Congreso, vinculados en procesos judiciales por la parapolítica.
En compresible y no es fácil que una persona que le ha hecho tanto daño al país y que se lo siguen haciendo, como ‘Timochenko’, e incluso los jefes negociadores de las Farc, que se encuentra en la Habana, deambule por este país sin ser capturados y sometidos a la justicia, lo cierto es que dicha situación pudiera verse como un “mal menor” frente a lo que nos evitaremos si este grupo insurgente cambia las armas por el debate político y definitivamente firma la paz.
Debe reconocerse que cada vez estamos más cerca de este propósito, y que en parte nos tenemos que acostumbrar a ver deambular a los victimarios, en nuestras calles, en nuestras ciudades, en los foros públicos e incluso en el Congreso de la República, ese es precisamente el escenario para que el que nos debemos preparar.
Aquel en el que los actores del conflicto desistan de utilizar la fuerza para imponer sus ideas, y en donde las razones objetivas del conflicto se modifiquen. Se requiere que prospere la diferencia sin que se considere justificado eliminar al otro, que nuestros campos se beneficien de la tecnología y que la inversión en la Educación sea la prioridad, por encima de la seguridad. Que la única seguridad que exista como exigencia sea la alimentaria, la de la protección de nuestra tierra, de nuestros ríos, del medio ambiente, en fin, de nuestros recursos naturales, de nuestros niños, niñas y jóvenes, de nuestras mujeres, de los campesinos, de los afro descendientes, de los indígenas. Por ello le sigo apostando a la paz, porque conozco los horrores de la guerra, de esa barbarie que se apodera de gente que era buena, en un ojo por ojo, en donde se termina como lo diría Mahatma Gandhi, totalmente ciegos.
Prefiero ver a Álvaro Uribe y ‘Timochenko’, discutiendo en el Congreso pese a que alguno de ellos no asista o se demore en llegar al debate, o lo evada, pero que lo hagan sin pretender que es necesario acabar con la vida de alguien, que el único que se muera de pronto se de la risa o del aburrimiento, pero no con la sevicia ni el odio que caracteriza sus accionares. Prefiero eso, a tener que seguir soportando la terrible maldición de la violencia extrema que nos embarga, al estilo de los Buendía del nobel Gabriel García Márquez.
*Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas
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